Podemos considerar los miedos infantiles como reacciones normales ante estímulos que los niños consideran amenazantes, ya sea porque lo son realmente, ya sea porque los niños los han asociado a situaciones amenazantes.
Son algo normal en el proceso evolutivo de los niños, por lo tanto no supone ninguna patología. De hecho lo patológico podría considerarse la ausencia de miedos (gracias a los miedos se aprende a evitar peligros).